Capítulo 293
Capitulo 293: Desmayo y Amenaza
-Ah, así que ahora lo admites? ¿Por qué te defendias antes?
Si, Valen, si a abuelo le hubiera pasado algo grave, ninguno de nosotros te habria perdonado.
Lucia lanzó su acusación con furia, mientras Aitana sequla sollozando,
Pero en ese momento, parecia que ninguna voz podia alcanzar a Valentina. Estaba acurrucada, apoyada
en los brazos de Santiago, con su mente en un torbellino de pensamientos y sensaciones.
-Esta es la nieta que acabo de reconocer Pequeña, ¿cómo te llamas?
-Valen-
-Valen-..
La voz del anciano resonaba en la mente de Valentina, acompañada de ráfagas de imágenes. From NôvelDrama.Org.
En esas imágenes, el rostro del anciano era amable y sus ojos estaban llenos de afecto.
A medida que las imágenes cambiaban, el dolor de cabeza de Valentina se intensificaba cada vez más,
hasta el punto de provocarle sudor frio por todo el cuerpo.
Santiago fue el primero en notar su anormalidad.
Al tocar su frente, se asustó con la fiebre que sentia y retiró rápidamente su mano.
-Valen, ¿qué te pasa?
Valentina apenas podia oir la voz que la llamaba. ¿Qué me pasa? Valentina apenas logró articular una palabra antes de sumirse aún más en la confusión.
Su conciencia se dispersaba gradualmente, y sintió que alguien la levantaba y corría con ella en brazos, mientras las figuras a su alrededor se movían borrosamente. Intentaba enfocar la vista.
Con gran esfuerzo, logró abrir los ojos y vio algo más claramente.
-Alonso… -Era Alonso, mirándola preocupado.
Alguien la llevaba corriendo, y ella resistió tanto como pudo, pero poco a poco, volvió a oir dos voces
familiares:
-¿Valen? ¿Qué sucede?
Era la voz de Diego, urgente y casi acusatoria.
-Valen, despierta.
Era Silvana, cuya voz era firme pero gentil.
Apartaos, no hay tiempo para explicaciones. ¿El médico está listo? Rápido, más rápidol
La voz ansiosa del hombre parecia revelar un temperamento dificil.
Valentina queria saber que le pasaba, pero su conciencia se volvia cada vez más borrosa, hasta que
finalmente se sumió en la oscuridad.
Fuera del quirófano de Don Raúl.
Aitana, que habia planeado seguir reprochando a Valentina por su confesión de todo es mi culpa cambio de opinión al ver la preocupación y la urgencia en el rostro de Don Mendoza cuando llevaba a Valentina en brazos. Un sentimiento de disgusto creció en su interior, no solo en ella, sino también en Lucia, cuyos ojos no podian ocultar su envidia.
Santiago-
La habilidad de este hombre en el mundo de los negocios era temida por muchos.
A pesar de conocerlo desde hace años, nunca habla visto en su rostro el tipo de miedo que mostró por
Valentina.
-Vaya, se desmayó justo en el momento perfecto. Su actuación podría dejar en vergüenza a los actores profesionales, -Lucia comentó con una risa fria.
Aitana realmente quería estar de acuerdo, pero justo en ese momento, Alonso regresó
apresuradamente. La expresión en el rostro de Alonso era especialmente sombría.
-Valen no està fingiendo, Lucia. Si tienes tiempo de sobra, mejor regresa a dormir a la Villa Valenzuela. Si buscas problemas, no me culpes por no ser amable. -Su tono era frio, lleno de una advertencial severa. Incluso Lucla sintió un escalofrio en su corazón ante esa mirada.
Aunque estaba molesta, Lucia sabía que era mejor callar. Se movió discretamente hacia el otro lado del pasillo, sin atreverse a decir nada más. La atmósfera fuera del quirófano era tensa y misteriosa.
Los tres permanecian alli, mirando fijamente la puerta del quirófano, sin saber qué estaba pensando el
otro.
Si don Raúl no sobrevivia, el Grupo Valenzuela probablemente enfrentaría una turbulencia en la luchal por el poder. Cada uno de ellos oraba en silencio, aunque sus plegarias eran distintas.
Con cada segundo que pasaba, la luz del quirófano segula encendida. En otra habitación, Valentina, después de haber sido sometida a un chequeo completo, yacia en la cama del hospital con los ojos cerrados, aún inconsciente.
Antes de que Santiago y Diego pudieran expresar su preocupación, el médico negó con la cabeza.
-Está solo inconsciente. No podemos encontrar la razón, pero pueden estar tranquilos, todos sus
indicadores de salud son completamente normales, no hay ningún problema.
Santiago sostenia la mano de Valentina. ¿Podria ser el asunto de don Raúl lo que la habla afectado? Para Valentina, don Raúl solo la habla reconocido como su nieta, y ella ya había olvidado ese recuerdo. Esta reacción parecia excesiva. Santiago miraba fijamente a Valentina, sin darse cuenta de que ella estaba atrapada en un sueño tras otro…
Finalmente, la luz fuera del quirófano de don Raúl se apagó. La puerta se abrió y Alonso se acercó al
médico que salia.
-¿Cómo está mi abuelo?
-Está vivo, pero aún no ha despertado de su coma. Cuándo despertará, o si despertará, requiere
observación continua.
Alonso sintió un alivio temporal al saber que solo estaba en coma. Después, con el corazón nuevamente tenso, forzó una sonrisa y agradeció al médico.
Don Raúl fue trasladado a una habitación, rodeado de monitores y el sonido de las máquinas. Aitana estaba frente a la cama. En ese momento, deseaba poder quitarle el tubo de oxigeno a don Raúl. Estaba
vivo…
Después de caer desde tan alto, con una herida sangrante en la cabeza y siendo ya de avanzada edad con una salud frágil, debería haber muerto por el impacto. Pero, sorprendentemente, seguía vivo. ¿Qué pasaría si despertara? Las manos de Aitana se apretaron involuntariamente.
Aquel atardecer, ella decidió quedarse a cuidar de Don Raúl
-Alonso, Lucia, ustedes vuelvan a casa, yo me quedo aquí con el abuelo.
Alonso estaba sentado en el sofá junto a la cama, su mirada fija en Don Raúl, como si no hubiera escuchado lo que ella decía. Lucia, por su parte, le lanzó una mirada a Aitana.
-¿Volver para qué? Con la enfermedad del abuelo sin diagnosticar, ¿cómo voy a estar tranquila? Aitana, mejor ve tú a descansar, el abuelo siempre te ha querido mucho, no debes agotarte.
En ese momento, fuera sincero o no, independientemente del motivo, todos debían permanecer allí.
Aitana esbozó una sonrisa forzada. Si nadie se iba, ella tendría que quedarse allí, esperando su oportunidad.
Y así esperó, hasta que amaneció al día siguiente. Aitana recibió una llamada de un número desconocido, intentó colgar varias veces, pero la llamada insistía. Sin otra opción, Aitana salió de la habitación para contestar, y no pudo evitar maldecir.
-¿Qué te pasa? ¿Estás enfermo? Llama al hospital, ¿por qué molestarme a mi?
El cansancio de una noche en vela, sumado a la preocupación, llenaba a Aitana de ira. Parecia que al otro lado de la línea se quedaron sorprendidos por un momento, y justo cuando Aitana iba a colgar, una voz masculina finalmente respondió con una risa siniestra.
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-Vaya, asi que tu eres la señorita Aitana Valenzuela.
La mención de su nombre completo indicaba que sabla que ella era la verdadera heredera de la familia Valenzuela. Aitana frunció el ceño, en alerta inmediata.
-¿Quien eres?
-Quién soy no importa, to importante es que sé algo muy interesante y queria compartirlo contigo, señorita. ¿Te interesa?
El tono de su voz llevaba un velado tono de amenaza. En ese Instante, Aitana repasó en su mente todos. los secretos que habla guardado, preguntándose si alguien habla descubierto algo comprometedor.